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LAS NOCHES. O lo que acaba con nosotros.

Hace unas semanas hablaba de las mañanas como uno de los dramas más comunes de los padres. Lo podéis volver a leer en este post. Pero de un tiempo a esta parte, otro drama le ha quitado el puesto. Las noches. Todas enteras. Desde que dices «Niños, a la cama» hasta que te levantas como un zombie por la mañana. Señores. Las canas y las arrugas no son fruto de la edad, son fruto de los hijos.

Con 2 hijos de 6 y 2 años, parece que el dormir del tirón puede estar garantizado. No es así. Yo también lo creía. Creía recordar que con Telmo a los 2/3 años ya dormíamos bien. Qué suerte tenemos de que el cerebro borre los recuerdos de malas noches de hijos anteriores, si no, se extinguiría la especie humana. El caso es, que con un niño autónomo, y un bebé en proceso de convertirse en niña, parece que debería ser fácil acostarles y dormir. No sé cómo es en otras casas, pero en la mía es un desastre.

 

¿QUÉ HACEMOS? 

Después de las rutinas de las tardes, baños, juegos y cena, llega el momento de la verdad. El #papasuperplus y yo, cada uno con un niño, respiramos hondo, y nos vamos a la habitación correspondiente. Y empezamos la rutina del dormir:

  • Cuento.
  • Contar un poco qué hemos hecho en el día.
  • Rezar. Él  por todos nosotros. Nosotros por dormir.
  • Y apagar la luz.
alt dormir

Leyendo antes de dormir

Y al apagar la luz empieza la fiesta. De momento, con ambos, nos tenemos que meter en la cama para que duerman. Y claro, son las 9 de la noche. No sé quieren dormir. Así que arranca la retahíla de artimañas para luchar contra el sueño.

«Mamá, pis» – Aún habiendo hecho pipí antes de ir a la cama, hay que volver al baño.

«Mamá, tengo frío tápame» seguido del clásico «No, no mamá, tengo calor«.

«No tengo sueño» «No quiero dormir» «¿Por qué tengo que dormir

«Y ¿qué hago si no tengo sueño?» – A esto, le he contestado de todo. Desde el clásico «cuenta ovejitas, hijo» a «piensa en cosas bonitas» hasta «imagínate que te toca la lotería y te puedes comprar todos los cromos de la Liga, de la Champions, del Mundial, de los de pegar, de los de cartón… «.

Todas estas frase ocurren en bucle hasta que al final, por agotamiento, caen. Caen ellos y nosotros. Hay días en los que nos dormimos todos, un padre con cada hijo. Cuando no caemos en la batalla, nos solemos reír. Llegamos al comedor como si viniéramos de una cueva, sin poder abrir los ojos. Somos Walking Dead o el apocalipsis zombie. A veces, cenamos y tenemos conversaciones de adultos. Otras veces, nos vamos directos a nuestra cama a dormir… A la expectativa de lo que pueda pasar en las próximas horas. Porque, al meterlos ha dormir, la noche no ha hecho más que empezar. Además, todo debe ser hecho bajo el más absoluto sigilo. Mi hija, tiene un oído finísimo. Yo diría que tiene esas alarmas de rayos infrarrojos. Si pasas una línea ¡zas! Se despierta.

 

¿QUE PASA POR LA NOCHE?

Para ser gráfico, me veo como en esta foto de un artículo publicado en la web Etapa Infantil. Podéis ver el artículo entero aquí, pero la imagen es muy gráfica.

alt dormir

De verdad. No soy exagerada. Pero no hay 2 noches seguidas que duerma en la misma cama. Mi marido tampoco. Normalmente, nos dormimos como Dios manda, cada uno en su cama, y  mi marido y yo en la nuestra. Siempre alerta, claro. Porque nunca sabemos qué va pasar.

Sobre las 3 de la mañana, comienza el espectáculo. Mi hijo viene a la cama. Que tiene frío. O calor. O ha soñado. Viene, y toma posesión de la cama. Mi hija, con su sensor de infrarrojos, se despierta matemáticamente. Y empieza a llamar. A veces, uno de los 2 va y se duerme allí con ella. Otras veces no sirve y hay que traerla a la cama. Entonces somos 4 en una cama de 1,60m. Dormimos el resto de la noche como podemos.

Sí la niña está malita (Qué ocurre más o menos 2 veces al mes, desde que ha empezado el colegio) duerme con nosotros. Por comodidad. Si intuyó que va a toser mucho o va a tener fiebre, la dejo en  nuestra cama con el botiquín al lado. Ibuprofeno, parancetamol, termómetro, agua, toallitas…  si llora por la noche también la traigo. Así si ella está en mi cama y le pasa cualquier cosa… ¡lo tengo todo a mano! Y en estas, suele aparecer Telmo en su clásico paseo de las 3 de la mañana.

 

Otras noches, uno se duerme con el niño, el otro con la niña en nuestra cama. Yo dejo la cama de 90 de mi hijo para dormir con mi marido y mi hija en la grande. Mi hijo se despierta, no cabemos. Vuelta a su cama. Otras veces, Valeria llora por terrores nocturnos, y después de haber dormido en mi cama y en la de mi hijo, acabo en el sofá. Y así todos los días. Nos levantamos que parecemos sacados de Guerra Mundial Z.

 

Padres de hijos ya mayores… ¿cuánto me queda para dormir del tirón?

 

 

Living la Vida Madre..Ohh Yeah...!
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